domingo, 18 de septiembre de 2011

El antifaz







Se le desgarró toda el alma, al no poder evadirle en sus sentidos, recuerdos y nostalgias. Un yo pisoteado con ansías de morir siente que se disolvió como el humo que se aleja y no vuelve.

Sus armas de defensa ante su dolor son muy pocas, el salir a la calle sin la esperanza de quedarse,
el refugiarse en los recuerdos buscando la demencia como cura, gritar en silencio con el sentimiento congelado, ser hueco en lo bajo, un abismo sin fondo, música macabra, atardecer sin ocaso, ser sentimiento muerto, lienzo sin color.

Lúgubre deambula entre la gente con el antifaz de la cordialidad, como un espectro
en la  oscuridad del vacío, mientras cae la lluvia de dolor que no escampa, con tristeza y  amor todavía.

Se consuela con  la esperanza de poder olvidarle, le pide a su dios que seas feliz y que su alma le recuerde sin remordimiento y con amor.


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