lunes, 7 de octubre de 2013

Reincidencias






Aún no llegaba el invierno pero yo sentía congelarme en este bosque tan espeso  de vacío y tan lleno de silencio. Llovía el verano sobre mis ojos helados, mis labios azules hervían el sonido congelando mi voz, solo bajo la luz de la música y el sonido de las estrellas siento como el color de nuestras almas se funden a través del viento. 

Me estoy congelando  abraso  la hoguera del hielo derramado por el fuego,  me quemo al igual que este invierno,  pido que me sueñe que estoy que hielo todos los paisajes y todos los seremos; le digo: - ¡Haces mucho frío! Me ardes la sonrisa  diluyéndome la piel, ya no siento el roce del tiempo. 

La ilusión se despidió de mí, no le dio tiempo de decir adiós.  
Ayer también despedí a la costumbre 
mientras una llovizna de sentimiento dejé escampar en el recinto de su alma, 
gotas de luces dejé llover en su corazón 
¡Que rico es llover con el sentimiento entre las manos! 
brisa y ventea mi luz hacia él buscando solo refrescar a su alma. 
Escampa. 
¿Puedes sentirlo? 
le acaricia mi sol 
¿Puedes palparlo?

Calladamente y en secreto, en la lejanía de sus besos sigo aquí en este invierno,  jugando a la alquimia de una primera vez en la primavera de sus besos, sin poder luchar contra el ardor de su invierno, quema y duele el reflejo de su ausencia, siento ganas de vaciar mis lágrimas en la copa del olvido y golpearle con la misma indiferencia.

Quema cuando hiela en cada paso, en cada verso, en cada sol esta vida me congela ya no siento la diferencia entre el frío o el calor, así como cuando tampoco diferenciaba entre la realidad y el sueño en el que me pintaba una paz al reflejarse en mis ojos mientras devoraba el libro de él siendo  su noche y su día, el minuto de su tiempo que siempre iba con él haciéndole extrañarse porque estaba conmigo.

Con él aprendí que el amor no discrimina si es adentro o afuera, que el futuro es un estómago vacío que alimentamos aquí y ahora de luces y sombras, que pintamos el destino con la mente a través de la luz del alma.

Con él fue aprendizaje ¡Que regalo tan maravilloso, darme cuenta que sentirme bien estaba fuera de mi! Ya no ocurre él, ocurro yo.


¿Qué pasa? Este camino está frío  se fue la montaña, hace una brisa muy helada, camino, y lo único que escucho es el hielo del viento, tengo la sensación de haber congelado este destino, la piel la tengo totalmente erizada,  sigo congelándome en este norte aún no llegaba el invierno pero yo sentía congelarme en este bosque tan espeso de vacío y tan lleno de silencio. Llovía el verano sobre mis ojos helados, mis labios azules hervían el sonido congelando mi voz, solo bajo la luz de la música y el sonido de las estrellas siento como el color de nuestras almas se funden a través del viento…

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