La ilusión de permanencía es uno de los más crueles espejismos, se refleja en la herida, incendiando el abismo profundo y vacío. Más temprano que tarde los sueños se le fugan por los ojos, latiendo la vida misma sin fijarse en que paredes colgó todos los secretos.
Tan inocente como culpable anhela hacerse realidad en los sueños, araña con imágenes la muy desgraciada, conoce el artificio de abrir o cerrar el grifo para que escriban los ojos. Tan divina y placentera que conduce por el camino agridulce de beber el néctar de las consecuencias.
Cuando se queda sin miradas que decir, así calla su silencio.
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